Sorpresa absoluta la que me he llevado con este pedazo de juego. Situémonos.
El Cielo y el Infierno, en lucha desde la Caída, hicieron un pacto con los humanos para cesar sus hostilidades debido a las presiones del Consejo Abrasado, una entidad que vela por el orden. Según éste, las eternas luchas podrían acabar con el equilibrio y, en consecuencia, con el universo. Sólo cuando los Siete Sellos se rompieran el conflicto volvería, con toda su crudeza. Para mediar en la batalla el Consejo creó a la hermandad de los Jinetes, cuatro individuos que velarían por que el resultado de la conflagración fuera equilibrado. El juego comienza en el Apocalipsis, pues parece ser que al fin los sellos se han roto, el Cielo y el Infierno luchan en el reino humano y los Jinetes cabalgan. Pero algo raro ocurre, sólo hay un Jinete y es víctima de una extraña muerte. El Consejo lo resucita y le envía de nuevo al mundo de los hombres, para restaurar el orden y cobrarse venganza. Pero... ¿dónde están los demás Jinetes? ¿Es que acaso el Séptimo Sello...?
Estamos ante un hack 'n slash, ese género que tantas horas de diversión me da. Los controles, en apariencia sencillos, se van complicando hasta adquirir la suficiente profundidad como para satisfacer al jugador medio. Tenemos fatalities, tenemos parada, doble salto, esquiva y un total de tres armas principales y otras tantas secundarias. Los enemigos son múltiples y los escenarios enormes, combinando grandes espacios abiertos con laberínticos interiores.
La estética es muy comiquera, y aunque al principio me echaba para atrás no tardó en gustarme. Los gráficos, por este motivo, no pretenden ser realistas, sino resultones y efectistas.
Enormes demonios, ángeles con servoarmadura, escenarios apocalípticos y brutales diseños nos esperan a lo largo de las casi 20 horas de juego, que no están nada mal para uno de este tipo.
Pero no sólo mataremos todo lo que se nos ponga por delante. En el título hay multitud de puzzles con un nivel variable de dificultad, siendo alguno particularmente endiablado. Estas pausas en la frenética acción dan un respiro y permiten al jugador poner a prueba su paciencia y habilidad de resolución de puzzles, y la verdad es que me han recordado a los viejos tiempos.
También existe el clásico sistema de mejoras. Tendremos que comerciar con Vulgrim, un demonio mercader que está del lado del que más almas le ofrezca y que, pese a sus pocas apariciones, me parece el mejor personaje del juego. Pues bien, a este mercader le ofreces almas para mejorar tu espada, comprar movimientos, aprender "magias" y abastecerte de los típicos ítems curadores. Es además el "gatekeeper" del lugar, al que acudes para el desplazamiento rápido. Me quedo con su frase "¿Qué os puede ofrecer este humilde mercader?", genialmente interpretada en el doblaje al castellano.
Tú eres Guerra, por supuesto. El cuarto Jinete, con pinta de muy mala hostia. Para acabar con las hordas del Cielo y del Infierno cuentas, además de con tu espada, con una bestial forma de batalla que destrozará cualquier cosa que tengas delante, por muy grande que sea. Durante unos segundos serás invulnerable y meterás unas hostiazas increíbles. Sin duda, una de las mejores "formas especiales" del género, muy por encima de la Espada del Olimpo del último God of War.
Y Guerra tenía un caballo, por supuesto. Se llamaba Ruina. quizá te encuentres con él a lo largo del juego...
En general, un título asombroso. Largo, complejo, con un alto nivel de exploración de escenarios, lleno de guiños (en una fase creeréis que estáis en el infame Arrakis, también conocido como
Dune), con personajes carismáticos y una trama cortita pero lo suficientemente atractiva. Además de que el trasfondo es genial, con lo de la hermandad de los Jinetes y el Apocalipsis moderno.
Yo no pongo puntuación a los juegos, pero de hacerlo Darksiders se llevaría un 9.
